Presagio y descubrimiento
Título: Presagio y descubrimiento
Fecha de sesión: 25-04-2025
Fecha en el mundo: 6/7/8/9 Alturiak 1491
Resumen: Una visita a las Ruinas de Velmorith encomendada por las facciones de Solicia en nombre de la Corte Marina presenta sorpresas y una visita inesperada de una maga conocida por el grupo
Highlights
Introducción
Nudo
Desenlace
Sin embargo, el tiempo apremia: una proyección astral de Lady Corrila Larenhale se manifiesta brevemente, revelando que ella también estaba buscando algo dentro de esas ruinas. La sesión cierra con el grupo sabiendo que su hallazgo ha llamado la atención de un enemigo formidable, dejando el futuro inmediato lleno de tensión e incertidumbre.
Minuta
Luego de un diálogo detallado e intrínseco con Indiga, el grupo reconoce un intento de alianza entre las facciones de Solicia para sostener su independencia de las naciones aristócratas del sur. La humana les comparte varios puntos específicos que fueron comentados en la (reunión del consejo) en la última hora luego de que tocaran puerto después del viaje a Fortbuft. El líder de La Hermandad del Leviatán les propone una misión crucial hacia las Ruinas de Velmorith, en un contexto que envuelve en pánico y sombras a la ciudad portuaria. Entre medio de la charla, una lechuza se poso sobre la pequeña ventana del camarote del barco, y miró hacia la habitación mientras todos hablaban. Sin hacer ruido aguardó unos segundos, hasta que Ase, instintivamente volteó para encontrarla. En su pico, sobre color madera, con la inscripción "para A.A., de G.K." escrito en el frente. Una carta de su maestro, despues de tantos meses.
Threin se encargó, junto a algunos preparativos menores, de conseguir una carreta por la módica suma de 110 piezas de oro, lo cual cubre el alquiler por cinco días. Con este tiempo deberían estar más que tranquilos para llegar a Velmorith. Un día y medio de ida más un día y medio de vuelta en promedio, y contar con un margen de dos días para explorar el sitio y regresar a la ciudad.
De camino, una niebla marina espesa los acompaña durante gran parte del viaje en los campos afuera de la ciudad. Threin, Aseroth y Rikard se percatan de que este fenómeno sería usual más cerca de la costa. Vittorio y Dorogul por el contrario, se detienen a prestar atención a la flora y fauna del entorno. Varios rebaños de vacas, alces y otras criaturas cuadrúpedas, pastan y caminan tranquilos en los campos. La vegetación está algo caída y falta de color en compañía de un clima seco estos primeros días de invierno que acompañan al continente. A lo lejos comienzan a ver la silueta del monasterio de Velmorith. Y antes de llegar, a unos 200 metros, la niebla no amaina pero si aumenta el color y comportamiento del ecosistema. Las plantas son más verdes y frondosas. El pasto es denso y con una altura que supera la rodilla promedio de cualquier Sapientias. Casi 70-80 centímetros de naturaleza intacta. El camino que usualmente algun aventurero recorriese hasta allí se termina. No son muchos los que se animen a ingresar a estas ruinas, sino más bien son paseos de avistamiento.
Dejan la carreta a una distancia prudente y se adentran en un terreno algo incomodo pero caminable. Estan frente a las ruinas de un templo que hace siglos no recibe visitantes. Los primeros en cruzar el umbral son Threin y Rikard, con un paso lento pero seguro. Detrás los sigue Aseroth, observando paciente un entorno húmedo y estático. Las plantas que crecieron los reciben con un ligero suspiro, apenas moviéndose con el aire que ingresa tras cruzar un halo invisible en el arco de entrada. Por último, Dorogul y Vittorio quedan en la retaguardia mientras que sus compañeros recorren los primeros metros. Al ingresar, el gnomo y el aasimar se dan cuenta que la estructura alguna vez tuvo techo, y que sería al menos dos veces la altura de las columnas y paredes que restan en pie. Tras siglos de estar inhabitado y sin mantenimiento o uso, la arquitectura sucumbió a algun tipo de fenómeno natural que derrumbó gran parte de este monasterio.
En el patio interno se alza una edificación de igual antigüedad, pero con menos señales de haber sufrido el paso de los años por extraño que parezca. La misma piedra que compone el salon general, se laza en un rectángulo de simetría casi exacta, con tres columnas que recorren ambos frentes para encontrarse sobre el techo. En cada extremo, las esquinas estan delimitadas por un bloque rectangular de piedra tallado casi a la perfección. Pocas plantas se posan sobre las aristas exteriores, para mostrar con un temple de acero la integridad con la que este edificio interno fue alzado sobre la plataforma de piedra pulida que delimita el patio interior.
Unos metros adelante del arco de ingreso, Threin, Dorogul y Vittorio caminan lentos, inspeccionando el suelo y el entorno dentro del monasterio derrumbado, buscando algún indicio de que tipo de actividades hubieron aquí. Hace días, semanas o siglos. No parecen encontrar rastros de pisadas recientes, sino solo escombros y vegetación que creció sobre estas rocas por muchísimo tiempo ininterrumpido. Vittorio se acerca a la construcción central en busca de alguna inscripción. El minotauro y el semi orco aguardan alerta, mientras escuchan algunos comentarios de los demás.
Dos aberturas se ubican a los laterales en el interior del templo, que parecen dar a un algún tipo de pasarela o pasillo interno, ambos de larga extensión, amplios y aún con techos casi intactos. Aseroth decide investigar la abertura que da a uno de estas recámaras, al lado izquierdo del arco de ingreso. Sin problemas logra dar un pequeño salto y aterrizar en la entrada, que se ubica a unos 60 centímetros del suelo. Al mismo tiempo, Rikard procede a intentar subir por la abertura ubicada al lado izquierdo, aunque con un poco más de dificultad. Sin embargo lo logra, pero no completa un par de pasos sobre esta superficie firme que escucha las pisadas de Ase a sus espaldas, unos veinticinco metros más atrás, del lado opuesto del monasterio. Su compañero acaba de iluminar el interior de la recámara derecha. Una brisa cálida recorre su cara y torso, en una mañana fría de invierno. Sus ojos detectaron una figura naranja y amarilla, fuente de un brillo casi enceguecedor. Delante de ella, dos arañas gigantes acaban de despertar y comienzan a correr a toda velocidad tratando de escapar de esta fuente de calor inmensa que en unos segundos más las hubiera derretido por completo. Aseroth da unos pasos atrás y desciende de la plataforma, algo apurado y preocupado. Intenta dar aviso al grupo pero es demasiado tarde. En simultáneo, Rikard volteó para ver que ocasionaba el revuelo, y un soplido frío como la bruma de mar en la proa de un barco le recorrió la nuca hasta casi congelarle el bigote y la barba por los costados. Otras dos arañas toman carrera y casi lo pasan por encima. Una figura de tres metros de alto se alza a sus espaldas. Hecha de bloques macizos de hielo, celestes y cristalinos como el agua tropical, y fríos como la noche helada en medio del desierto. Ambas criaturas mostraban ojos profundamente dorados en el centro de lo que se podía entender por sus...caras. Debajo, una mandibula de 45 centímetros, repleta de dientes perlados, filosos y puntiagudos. El rechinar de estos elementales que resguardaban el templo retumbó entre las paredes de roca de las ruinas, y se escucho en medio del campo vacío a varios metros de distancia.
De cara a un combate inminente, el grupo se posicionó estratégicamente para intentar no ser aplastados por dos bestias elementales de semejante tamaño. Threin y Rikard listos para lanzar hechizos eléctricos contra el monstruo de hielo que arremetía contra ellos. Dorogul y Aseroth, uno con hacha en mano y el otro a puño limpio, se lanzaron cuerpo a cuerpo con una bola de fuego enorme que se abalanzaba sobre el equipo. En el centro, Vittorio levantó sus brazos y bajando una rodilla al suelo lanzo bane haciendo objetivo a las dos criaturas mientras una energía oscura comenzaba a formarse desde las palmas hacia la punta de los dedos. Un aureola negra de humo se armó sobre la cabeza de estos dos protectores. Varios golpes viajaron de un lado a otro, acompañados de corrientes de frío y calor que azotaban las ruinas de un lugar olvidado por el mismísimo plano. Pero sus guardianes estaban listos para protegerlo. Luego de que Threin creara una pequeña catarata de agua sobre el elemental de fuego, este se vio forzado a escapar hacia las profundidades del templo, no sin ser perseguido por un semi-orco enfurecido, listo para continuar blandiendo su hacha a dos manos. La furia evito que este último percibiera siluetas fantasmales a su alrededor, y se dirigió hacia el pasillo por donde había huido la criatura con un salto en largo que concluyó en un golpe de tal magnitud que hizo desaparecer al elemental, consumiéndose en una implosión dirigida hacia el centro del hacha del estibador. El resto del grupo había terminado de lidiar con algunas de las arañas gigantes, pero enfrentaban aún una amenaza helada que superaba al minotauro por varias cabezas. Vittorio se hizo a un lado tras haber recibido un aguijonazo de parte de la última araña que tenian cerca, y rengueaba con su pierna izquierda que estaba siendo consumida por el veneno. Aseroth golpeó al monstruo tres veces consecutivas, dejándolo aturdido, y con un cuarto golpe logró tumbar semejante monstruosidad al suelo. No advirtió que Threin estaba justo detrás, y no siendo alguien muy ágil, fracasó en intentar detener el peso muerto cayendo junto con él al suelo. Rápidamente se reincorporó, e intento blandir golpes de garra helada a los que tenía justo en frente. Aún desorientado no dio en el blanco y se mantuvo en posición amenazante. Rikard se apresuró a propiciar un golpe cargado hacia el torso del elemental. En simultáneo, Aseroth rápidamente flanqueó a la criatura para impactar una quinta vez por la espalda con otro golpe de puño cerrado. Los nudillos de ambos se encontraron a mitad de camino, luego de atravesar una corteza de hielo dura como la roca misma que conforma las ruinas de Velmorith. El impacto fue tal que desarmo por completo al último protector, y bloques de hielo cayeron desarmados sobre el suelo, para revelar algo mágico y antiguo como el plano mismo. Un brofist de la victoria! Debajo de este encuentro entre compañeros de aventuras, en el suelo, yacía un refracto de color azulado, inerte.
Con un Dorogul confiado y nuevamente vencedor, los cinco se reagruparon cerca de la entrada de las ruinas para castear algunos hechizos de curación menores y ponerse a punto. Algo más tranquilos se dedicaron a investigar las recámaras ahora deshabitadas. Vittorio y Rikard procedieron por el lado izquierdo para encontrar los restos de aquello que alguna vez fue una biblioteca o sala de estudios e investigación. Decenas de libros en pésimo estado yacían en varias filas de estantes delgados de piedra. Entre algunos, pudieron hacerse con ejemplares que parecían describir cualidades de estos refractos, aunque con poca claridad. Esto se debía al estado de las tapas y encuadernados. La humedad del lugar y el frio los estropeó, dejando al menos las primeras y últimas 20 o 30 páginas casi ilegibles. Sin embargo, en el tercio central de algunos manuscritos estaba casi intacto. Entre lo que pudieron recuperar, había dos ejemplares. Uno a modo de bitácora, y otro parecía ser una suerte de diccionario con algunas definiciones y una tabla medio rústica y elemental.
Aseroth, por su parte, luego de no encontrar más que comida podrida y muebles viejos en la recámara derecha, se adentró más hacia el templo, ahora con una seguridad mas estable. Del lado posterior de la estructura central, pudo apreciar dos ranuras que se prolongaban sobre la piedra que ocupaba el lugar del medio. Extrañamente, si era una puerta, no parecía tener bisagras o una tercera hendija que completara una "puerta" convencional. Sin embargo, una vez que el resto del grupo se acerca a este sector luego de recibir el llamado del Aasimar, el gnomo y el minotauro descubren dos orificios no más grandes que un puño promedio a cada lado de la columna central. Ambos adornados con una serie de runas en un patrón circular. Tras experimentar un poco con el hacha de Dorogul que ahora tenía un refracto incrustado en el centro donde se encuentran ambas hojas, y el refracto azul que obtuvieron luego de derrotar al guardian elemental de hielo, lograron abrir la compuerta.
Casi surreal fue el momento que todos presenciaron, donde la piedra antigua y sumamente rígida comenzó a doblarse hacia arriba como si estuviera hecha de goma. Desde adentro de la recamara les dio la bienvenida un hedor a encierro, humedad y un vacio oscuro que no dejaba entrar la luz exterior. Sin titubear, Ase dio un paso adentro. Un movimiento que en días anteriores no hubiese ocurrido. ¿Habrá sido el mensaje de Gyamtso que lo empujó desde el norte a tomar decisiones? ¿O simplemente fue otra victoria mas junto al grupo que lo puso en una posición de liderazgo y descubrimiento? De cualquier manera, con un pie dentro de la sala hizo un comentario que tomó por sorpresa al grupo: Emm, no estoy haciendo esto voluntariamente... mientras señalaba a sus tatuajes que brillaban con un tono violáceo. Tan solo unos segundos mas tarde el aasimar pudo identificar el motivo del color de este brillo inusual, no así el porqué. Cuatro columnas de obsidiana brillantes, con curvas que las hacían parecer agua en movimiento, se erguían rectas a los laterales de la habitación. Y en el centro, sobre el suelo, un circulo del mismo material rodeaba una estatua derrumbada en cientos de piezas. Casi imposible de reconocer mas que algún fragmento de cara, un torso resquebrajado, un antebrazo que daba a un puño cerrado, la mitad de un escudo, desparramados por el suelo sin identidad. Uno a uno fueron ingresando, y a medida que lo hacían, un pequeño cosquilleo recorría distintas partes de sus cuerpos. En los tobillos de Rikard, dos lineas curvas ascendentes. En el pecho de Vittorio, una silueta circular. En los cuernos de Threin, dos filamentos descendientes. En las manos de Dorogul, dos ganchos que recorrían desde la palma interior a la posterior por el dorso del pulgar. Hilos dorados como venas se iluminaron, y dejaron marcado algo único, y similar a los tatuajes de su compañero Aseroth. No tardaron demasiado en aparecer, esas mismas siluetas, en cada una de las columnas que sostenían el recinto, invitándolos a hacer contacto. Cada uno se ubicó en un extremo mientras que Ase levanto sutilmente las alas parado en el centro donde yacían los restos de la estatua. Cual arena movediza, el centro del circulo se deshizo para revelar un domo que ascendía desde las profundidades. Una forma curva casi perfecta, de un vidrio opaco, cubierto de moho, o al menos eso parecía ya que al tacto era tan liso como un cuerpo celeste en reposo. Con un leve zumbido completo su posicionamiento en el medio del recinto. Se hizo un silencio aturdidor en la sala. Y acto seguido, el cristal opaco se deshizo como una esfera de humo, descubriendo una caja en el compartimiento cóncavo de igual dimensión que estaba al interior.
Se miraron unos a otros. Debatieron que hacer con la caja, y algunos sugirieron que lo mejor sería intentar abrirla fuera de las ruinas, en caso de que pudieran colapsar o generar algun otro disturbio. Ase tomo la caja e intentó cruzar la puerta solo para chocarse contra una barrera invisible que parecía retenerlo dentro. Le dio la caja a Vittorio y volvio a intentar. Para su sorpresa, no encontró resistencia esta vez. Volvió a ingresar y procedieron a analizar el objeto encontrado. Un candado mágico de color celeste aseguraba el mecanismo de apertura. Rikard, luego de identificar en detalle que efectivamente no podrían abrir este compartimiento por medios convencionales, vio a Threin que comenzaba a gesticular un movimiento conocido. Tal vez el hechizo de Knock podría tener efecto. Antes de concretar cualquier acción, Vittorio miro la caja, se rasco la frente, y discernió que la madera con la que estaba construido era muy parecida a la del cofre de Kraum. Miró su mano con una incomodidad rara, ya que tenía en el puño cerrado el mismo cofre, que nunca había retirado de la bolsa de Rikard luego del combate. Ase se percató de esto y alzó los puños una vez mas en posición defensiva, solo para bajarlos automáticamente al reconocer la expresión de sorpresa que portaba el humano seguidor de Ektis. Abrieron el cofre para revelar una llave oculta en la tapa. Un hilo albiceleste etéreo conectaba a esta con el candado del cofre. Tras un suspiro profundo, se volvieron a mirar, y lo abrieron. Una hoja de papel se posaba arriba de algunos viales oscuros, una bolsa de terciopelo negro, y una caja blanca de cinco centímetros. Ase tomó la carta mientras los demás investigaban el botín, y soltó una risa seca. -No lo van a creer. Escuchen, esta carta es de Kraum, y esta dirigida a Pip. ¿Se acuerdan? ¿El viejo de la iglesia que nos recibió cuando llegamos?- dijo mirando a Threin.
El tiempo fue más que breve, y luego de leer las palabras del viejo marinero Kraum, no pudieron terminar de investigar en detalle los objetos encontrados, que al unísono escucharon una risa femenina que parecía no tener fuente alguna. Dorogul se hizo a un lado y señaló lo que parecía ser una proyección astral de color lila claro, casi invisible al ojo desnudo. Hizo un paso adelante mientras anunció -hah! Veo que han encontrado lo que he estado buscando hace bastante tiempo. Creo que nos encontraremos pronto nuevamente-, y se desvaneció. Tal vez fue Threin el primero en reconocer el tono de Lady Corrila Larenhale. Miró a Rikard, y luego al grupo buscando una reacción...